miércoles, 10 de octubre de 2012

El poder no corrompe


Llevaba palestina de marca y medía sus tierras en desiatinas. Parecía entender los textos y te llamaba camarada, pero bajo la superficie no llevaba más que desierto. Bucear en su falta de personalidad era ahogarse al vacío. El coste que suponía hacerle lucir pobre era suficiente como para alimentar a quienes despreciaba por dentro. Era de esos que decían: "si yo hubiera vivido en tiempos del caudillo, habría sido un espía en la sombra; un rojo que a la luz del blanco y negro parece gris", pero referirse al cabrón del Generalito llamándole "caudillo" en lugar de cacique le delataba. En su juventud se había tatuado dos frases de La Internacional en francés donde sólo dejaba que le iluminasen bombillas. Tenía sentido, pues tener más interés en las apariencias que en saber idiomas no le permitía entender el texto, que tranquilamente podía haber sido escrito en cantonés. Era ateo pero se persignaba antes de arrojar los dados. Era demasiado tonto para hacerse el listo y demasiado listo para hacerse el tonto, así que, creyéndose rojo maquillado de gris y siendo más cercano a lo contrario, se volvía transparente tras unos minutos de conversación. Por eso le gustaban las prostitutas, porque no querían explorar más allá de su corteza. No buscaban desgajar ni mondarle el alma, sino pelársela. Era la única transacción honesta de la que había sido partícipe en su vida. Tampoco se hacía ilusiones al respecto, pero sí disfrutaba de la brevedad que caracteriza a los perfiles virtuales. Se decía que su "yo" de la red era el verdadero. Un "yo" decorado, de tramoya. Tan falso como sus historias y sus colores y su ropa y sus textos.
La conoció a través de una equivocación fingida en las redes sociales. Ella se interesó por su máscara y él se dejó enamorar por su piel. Por una vez en su vida pensó en otro ser humano como tal, aunque en sus fantasías previas al primer encuentro se le escapó referirse a ella como "puta" un par de veces. Se dijo que ella podría ser quien cambiase esta costumbre y así fue, por un tiempo. Había encontrado a su alma gemela en tantos aspectos que poco tardó en aflorar lo que ambos llevaban dentro. ¡Hurra! Podían ser ellos mismos. Y lo fueron sobre una alfombra kilométrica de sueños ajenos. "El poder corrompe" se dijeron, pero no era cierto. El poder destapa.

2 comentarios:

  1. en la ultima parte...te ah pasado?? o solo es algo que notaste por las redes o amigos?? te enamoraste asi??

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  2. Conozco a gente así (sobre todo ahora que mi país está tan patas arriba).
    No, lo último no es personal. Son cosillas que he visto relativamente a menudo y me han llamado la atención. :)

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